Noblesse Oblige
La burguesía siempre ha
sido considerada una clase social. Sin embargo realmente es un modo de entender
la vida y de relacionarse con el mundo.
A lo largo de la historia europea la burguesía ha sido un elemento clave en su consolidación pues es el
enlace entre la clase media y los sectores sociales más favorecidos: nobleza,
aristocracia o determinados estamentos políticos en los sistemas republicanos. En
determinados casos su apoyo u omisión han sido determinantes para los cambios
políticos, como así manifestó Josep Pla en sus crónicas sobre el advenimiento
de la II República y donde indicaba “tal vez el final de la Monarquía no sea
debido a la oposición de los partidos de izquierda, sino a la falta de
convicción y apoyo por parte de la burguesía y la derecha moderada”… (o centro,
añadiría).
La burguesía ha sido
también el modo de denominar a un sector de la clase media más elitista y esta
clase es la que da estabilidad a los estados y ha cohesionado Europa. El papel
de las clases medias es vital y su debilidad o ausencia polarizan la sociedad
entre dos sectores que terminan colisionando por las desigualdades. Sabedores
de ello marxistas y sucedáneos siempre mantuvieron a la burguesía en su punto de
mira como el mejor modo de desestabilizar a la sociedad. A lo largo de la negra
historia del comunismo o filosofías afines, como el anarquismo o el
nacional-socialismo, hemos visto como las clases medias eran su objetivo como responsables de la
explotación de los trabajadores con esa visión de la sociedad como ámbito de
conflicto. Está en los textos marxistas, también en el "Mein Kampf " e incluso
en los reportajes de la propaganda nacional-socialista como el famoso documental “El Triunfo de la Voluntad” de Leni Riefenstahl, en el que vemos al partido nazi
como cohesionador de la clase trabajadora frente a las clases pudientes y asistimos
a la instrumentalización de los sindicatos y la figura del trabajador:
“...plantaremos árboles, construiremos carreteras que unan estado a estado, ciudad
a ciudad...”, repiten los trabajadores del partido nazi. Los fascistas de
Mussolini también consideraron a la burguesía un “obstáculo para la modernidad”
y objeto de su inquina.
Uno de los principios
básicos por los que se ha regido siempre la burguesía ha sido:
“nobleza obliga”
Esta, de hecho, es una
terminología francesa (noblesse oblige, en el original) y que según la
academia gala se define como:
1.
Quien se clame a
sí como noble, debe conducirse a sí mismo como un/una noble.
2.
Se debe actuar
de una manera que sea de acuerdo a la posición de uno, y de acuerdo a la
reputación que uno ha ganado.
Este
es un principio que siempre ha regido a la burguesía europea y también a
determinada nobleza… pero no a toda la nobleza, ni a toda la burguesía, ni ha
sido cosa común en todos los países.
Una
excelente obra sobre la Segunda Guerra Mundial en el norte de África "War without hate" de John Bierman y Colin Smith, menciona
una peculiaridad de los cementerios de los diferentes bandos que combatieron en este
conflicto. En los cementerios italianos, las bajas de los oficiales no
constituyen más del dos o el cuatro porciento, mientras que en los cementerios alemanes y,
particularmente, en los ingleses, la oficialidad constituye entre el cuarenta y dos y el cuarenta y cinco porciento de las bajas. ¿Porqué?:
noblesse oblige
Nacer en el seno de una
familia burguesa no es garantía de nada, pero uno debe ser responsable de hacer honor a su
posición, la tradición y privilegios de los que debe ser digno sucesor, sea en la actividad política, en la profesional o en el campo de
batalla.
Así se lo dijo Sir Randolph
Churchill a su hijo Winston:
“You
are entitled to nothing until you prove yourself worth it”
Es decir: no tienes
derecho a nada hasta que demuestres que lo mereces.
La burguesía anglosajona
predisponía a unas determinadas obligaciones y responsabilidades, como es dar ejemplo y, cuando la situación se tornaba compleja, tomar la iniciativa y ponerse
a la cabeza. Desde la más tierna infancia esto fue inculcado en las familias,
como podemos leer en la biografía de Winston Churchill o en la que éste escribió
sobre su ascendiente el Duque de Marlborough. Estar al frente no era una
opción, sino una obligación. De este modo, en caso de guerra, los jóvenes de
las familias burguesas eran los primeros en entrar en las escuelas militares e
incluso, el paso por estas, era considerado como un deber, pero no por una
convicción belicista, sino porque esto era el servicio que debía prestar cada
uno a la sociedad en la que vive. Cuando esta sociedad entraba en crisis, la
burguesía debía ponerse en primera línea y predicar con el ejemplo. Esa
burguesía quedó en los campos de batalla de Normandía, El Alamein, Las Ardenas,
Monte Cassino y las trincheras de el Somme y Verdún, e hizo crecer con su
sangre las amapolas cuya flor constituye el símbolo de los caídos en el Reino
Unido, pues la burguesía ha sido defensora de la lLbertad y de una sociedad que,
como dijo Tony Blair en uno de sus magníficos discursos:
"debe
de ser comprensiva y generosa, pero también exigente y tajante cuando es
necesario"
Hoy en día la burguesía ha
perdido gran parte de su protagonismo, pero no podemos culpar por ello ni a los marxistas ni otras versiones descafeinadas como el Republicanismo Cívico. Éstos
sin duda han contribuido a su debilitamiento, pero ha sido la propia burguesía la que ha conseguido
dinamitar gran parte de su prestigio contraviniendo sus principios. De este
modo encontramos cómo empresarios del sector bancario deciden cobrar sumas
cuantiosas en forma de bonos y participaciones, cuando sus bancos entran en
terribles perdidas. Del mismo modo determinados representantes del estamento
político blindan sus puestos y nombran a personas afines, sin que éstas
demuestren ninguna valía en el puesto y cuyo único mérito ha sido asistir a
todas las reuniones de partido, no faltar a ninguna pegada de carteles y servir
únicamente en la parte logística… ni hablar de aportación intelectual. Lo vemos
en asociaciones y federaciones, algunas de las cuales se han convertido en
reductos feudales en los que minorías aprovechadas utilizan la masa de unos
muchos para blindar determinados privilegios y relaciones de favor con el
estamento político, y en absoluto generadoras de valor o iniciativas realmente
competitivas e innovadoras.
Como indicó la editora del
Huffington Post Arianna Huffington en un artículo titulado "Lecciones de España", una de las características del 15M en nuestro país es el hecho de que
esta protagonizado por clases medias que temen la ausencia de perspectivas y
entre ellos hijos de una burguesía que ha perdido su status. Estas clases
medias, lejos de constituir un ariete antiglobalización, buscan
transformaciones sociales y una dinamización del sistema político pero sin
llegar a hacerlo reventar. Están conformes con el sistema democrático, admiten
la libertad de mercado, pero quieren las mismas posibilidades y una mayor
horizontalidad y diré algo políticamente incorrecto: en la mejor tradición de
la burguesía europea.
Esta tradición es categórica pues los resultados dependen de todos y empieza en nuestro
quehacer diario. Surge de nuestro compromiso con la comunidad y la honradez de ser consecuente con las responsabilidades, pero también de la
participación activa en su desarrollo.
“Virtus” lo llamaban los romanos. “Noblesse oblige” le dicen los franceses. Pero todos ellos son el
compromiso de una clase social responsable de la estabilidad social, de
iniciativas que agrupen el talento pero ayuden también a aquel que se queda
descolgado. Pues eso es la burguesía. La de los Malrborough, los Medici, los
Sforza, Churchill, Benjamin Franklin, Thomas Jefferson y también de los Ortega, Roig, Calvo-Sotelo, Pizarro y los del pequeño y mediano empresario, el autónomo, el
concejal y el alcalde, el directosr general o el ministro. Es una opción
personal, pero la opción es el deber y la responsabilidad para con una sociedad
de la que no podemos estar orgullosos sino que debemos hacerla orgullosa pues es tarea de todos, DE TODOS.
Sed felices.
Sed felices.
Comentarios