¿Me puede poner 3Kg de política que esté madurita?

Una de las grandes cosas que consiguió el tribunal de la inquisición fue vehicular los odios de la población hacia determinados grupos sociales: fueran de índole religiosa como los judíos o los musulmanes, o  sencillamente porque pudieran suponer una amenaza como los templarios o el propio Fray Luis de León.


La inquisición más allá de ser un mero control de conciencia y religioso, fue una máquina de vigilancia y represión. Un antecedente de lo que posteriormente serían el KGB o la Gestapo. 

La clave de su éxito fue hacer efecto palanca sobre prejuicios y la necesidad de encontrar culpables concretos al malestar general. Posteriormente populistas, fueran comunistas, fascistas o nacionalistas, encontraron en ello un método de unir a la población no en base un proyecto de futuro, sino “alrededor del rechazo de algo”. Descubrieron que el odio es un fuerte pegamento que une a diversos grupos de descontentos y convierte a sujetos pasivos, en violentos actores del rechazo. Nada como leer a
ViktorKlemperer para darse cuenta de que el odio no es terreno exclusivo de una minoría iletrada o ignorante.


Una noticia hace unos días me llamó la atención y era el cierre por parte del Exministro socialista Sevilla de su cuenta de
Twitter. Esto fue  debido a que un alcalde Andaluz con muchos seguidores en esta red social, decidió (como el propio Sevilla le acusa) apuntarse a la demagogia “antipolíticos”. Acusaron al antiguo ministro Socialista de ser parte de una casta privilegiada de políticos que circulan entre el ámbito público y el privado. El exministro se sintió ofendido y el citado Alcalde, en vez de pedir perdón, se creció empujado (a juzgar por los comentarios) del calor del pueblo del que él se erigió en representante y voz cualificada. Es cierto que posteriormente no ha llegado a pedir disculpas, pero sí animado a Sevilla a volver a la red social.


En mi opinión, una vez más nos encontramos como el narcisismo y el subidón populista pueden hacer perder el raciocinio a una persona que tendría que tener una actitud moderada y promover el entendimiento.


La situación actual, la crisis de la que parece que empezamos a salir, podemos atribuirla si queremos a los políticos. Podemos concentrar nuestros odios y rechazos, montar autos de fe con hogueras públicas a políticos y miembros de agrupaciones. Pero lo cierto es que hemos dejado que hicieran la política por nosotros. Desde pequeño escuchaba fura de casa, esa expresión de “puedes hacer carrera en política”. Eso era porque desde el principio el entorno político se consideraba una casta aparte donde, como con los ingenieros de caminos, los médicos, periodistas, había una evolución no siempre basada en la meritocracia. No había colegio oficial de políticos, pero sí un partido donde (como en las asociaciones profesionales) uno se trabajaba la subida en el escalafón en base a muy diversos factores.


Una frase del Papa
Francisco me ha hecho reflexionar:



"La política es una actividad noble. Debemos revalorizar su práctica, con vocación y con una dedicación que exige testimonio, martirio. Política es morir por el bien común"
Creo que debemos recuperar la política pues, como decía una mujer que me es muy familiar “hemos dejado que la política la hagan los políticos”, y esta debe de ser parte de nuestra actividad habitual. Debemos formar parte de organizaciones y grupos que muevan la sociedad y empujen hacia arriba: bottom-up. Debemos pedir elecciones primarias en los partidos, mejoras en los sistemas de elecciones y un largo etc. que refuercen el vínculo de las personas con su comunidad. Debemos saber que nuestro voto es un valor del que debemos hacer uso, pues nos da unos derechos, pero también unos deberes, y estos empiezan por la participación.

Está bien dejarse llevar en juicios prematuros y populismos varios y, en particular, jaleados y empujados por irresponsables como el Alcalde Jun. Unirse a juicios sumarísimos y escraches callejeros, autos de fe colectivos donde hemos cambiado brujas y sospechosos de marranos, por políticos o incluso empresarios. No voy a ser el que diga que la sociedad no debe de salir a la calle, para luego comentar la jugada en una catarsis colectiva delante de un quinto de Mahou. Pero debemos crecer como sociedad y participar con argumentos, usando los canales que existen, y no utilizamos por pereza. ¿Qué tiene de heroíco montar un hearing en el Parlamento Europeo? No sales en los medios, no hay opción de correr delante de la policía...

No dejemos que nos traigan la política por SEUR y en cómodos fascículos, y salgamos a hacerla, pues sino se la dejamos a cualquiera.

Sed felices

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