El invierno de Arinna

Arinna estaba harta de salir todos los días. Para una abeja volar más de 23 kilómetros diarios para buscar polen con el que alimentar a las compañeras es lo normal, pero mover las alas más de 280 veces por segundo es un esfuerzo duro. Cada vez había que ir mas lejos y las amenazas aumentaban: avispas, abejorros, parásitos e incluso intrusos que esquilmaban los pocos recursos mas cercanos constituían una amenaza para las colmenas.

Arinna
Para agravar la situación la colmena cada vez requería más. Las necesidades de la Reina aumentaban, y se hacía cada vez más dificil satisfacer su voraz apetito y el de la multitud de abejas que formaban su corte. Esta se componía de diversas clases: los zánganos encargados del gobierno alrededor de la reina, las abejas soldado responsables de las seguridad, las “ventiladoras” que con sus alas daban aire a las celdas donde estaban las larvas, que finalmente eran el futuro de la colmena… y por último las obreras.

Frente a estas últimas, la población de abejas no productivas aumentaba, y el hecho de que la Reina tuviera que servir a otras 17 colmenas adyacentes, complicaba aún mas la situación. La cantidad de miel que había que darles y el polen necesario para su existencia eran cada vez mayor. Sin embargo la cantidad de obreras disminuía.

Lo había hablado en multitud de ocasiones con Nerik, la jefa de obreras:

“No podemos continuar en estas condiciones, Nerik, la reina cada vez quiere más y para nosotros, cada día que pasa, es más difícil obtener polen” - le dijo Arinna.

Nerik era una abeja esquiva que dominaba la técnica de mirarte directamente, mientras que en el fondo de sus ojillos negros lograbas ver que ocultaba cosas. No mentía, pero cambiaba unos conceptos por otros y no le importaba torcer la realidad si así servía a sus principios. No era una abeja con talento, pero sí una que había hecho “mucha galería” y dominaba la música que dentro de la colmena se tocaba y, sobre todo, sabía pulsar los acordes que a la Reina más le satisfacían. Nerik era, en definitiva, una abeja demasiado política… nada ejecutiva.

Nerik le miro de hito en hito, con esa mirada que las abejas que no han salido de la colmena saben manejar:

“Lo sé y me consta, pero es importante que la colmena se mantenga cohesionada, debes de tener confianza y paciencia. Tener fe en la Reina y la colmena en general. Arinna, debes de entender que a ti te duele tanto como a nosotros y estamos haciendo todo lo que podemos”

En ese momento pensó: ¿Todo lo que podemos? ¿Y tú que sabes?

¿Qué sabes de salir ahí fuera haga lluvia, viento, frío, truene o sople un viento árido, para lograr alimento? ¿Tienes alguna idea de lo que es evitar a avispas, vencejos, golondrinas, lagartos y salamanquesas por no hablar de ese enemigo que nadie ve y que te sofoca en cuanto te acercas a las plantaciones? ¿sabes lo que es tener que pasar noche tras noche a la intemperie, lejos de los tuyos buscando alimento no solo para ti sino para la colmena? ¿Y cuando llegas por la mañana exhausto tienes a un zángano en la puerta con la mano tendida diciendo “que hay de lo mío”?

La colmena había pasado de producir miel, jalea y polen que poder entregar a otras colmenas, a tener que pedirlo. Lo que Nerik no se enteraba, pensaba Arinna, es que necesitaban mejorar la producción… o no se enteraba o no quería enterarse.

“Mira Nerik” – le dijo – “lo que tenemos que hacer es reducir el consumo interno pero, sobre todo, aumentar la producción para poder vender la miel y el polen a otras colmenas” entonces se quedó pensando y continuó… “aunque ¿qué tal si intentamos hacer un esfuerzo y mejorar la jalea real?, es una necesidad vital para dar de comer a las larvas de las Reinas y apenas hay en otras colmenas”.

Nerik se rió a mandíbula batiente, y saltó describiendo un torpe arco en el aire que evidenciaba su falta de costumbre de volar: “otra innovadora” – se burló Nerik - “Eso requiere tiempo y un esfuerzo que no podemos hacer, necesitamos más polen ¡ya!” – insistió tajantemente.

“Entonces ¿cuál es tu solución?” – preguntó Arinna -  
“La solución es que tenéis que darnos más del polen que traéis a la colmena”

Arinna se quedó atónita. “Pero entonces ¿cómo consigo mantener no solo a mis hijas sino a mi misma?” – preguntó enfadada. “Además para llegar más lejos y conseguir más comida necesito consumir más…”

Nerik le puso una pata paternalista y llena de suficiencia en el hombro y le dijo:

“Arinna, debes tener paciencia y fe en la Reina y la colmena en general, es importante que esta se mantenga cohesionada, estamos trabajando en ello”.

A Arinna los factores de esa ecuación le sonaban, aunque el orden de ellos no fuera el mismo, por lo que decidió ir más allá:

“Entonces ¿si dejáis morir a las obreras quién dará de comer a las demás?”

Nerik, se enfadó e hizo zumbar sus alas de forma agresiva respondiendo con presteza:

“No nos pongamos melodramáticos. Lo que es importante es la supervivencia de la colmena, todo lo demás es accesorio”
Arinna se dio cuenta que no podía enfadarse más porque no las antenas de Nerik no estaban con capacidad ni disposición de admitir otra realidad que la suya. La que veía todos los días entre la galería de las colmenas. Tampoco podía arriesgar ni hacer nada nuevo pues siempre había sido una abeja que apenas se había alejado 2Km de la colmena, teniendo siempre el calor y la seguridad de esta cerca.

Arinna salió cabizbaja y se sentó entre unas espigas de cebada que habían quedado en el suelo empujadas por el viento, y pensó en otras colmenas que le habían dicho “eran más justas con las obreras”… pero lejos, en otras comarcas.

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