Café, churros e inteligencia

La verdad es que nunca he podido estarme quieto. Por unas cosas o por otras, desde que recuerdo, siempre he estado liado en alguna actividad.

Hace años asistí a un seminario sobre los servicios de inteligencia en los cursos de la Menéndez Pelayo que tienen lugar en El Escorial. ….un coadyuvante fue mi afición por la estrategia militar que posteriormente derivó en un interés en la tarea de los servicios de inteligencia. No obstante el interés no era en el mundo operativo de estos, es decir, en las historias de espías, de operaciones encubiertas, etc., sino en el análisis de inteligencia y los medios para ello. A raíz de ello también me fui introduciendo en la guerra psicológica y métodos de propaganda.

Nunca he leído a 007, ni tampoco narrativa sobre el tema, pero sí gran cantidad de libros sobre diversos aspectos de inteligencia, además de algunas biografías esenciales para entender la “Real Politik”

Incunables y necesarios - Parte Nº 1

 
Incunables y necesarios - Parte Nº 2

A través de ellos descubres que ni el blanco es blanco, ni el negro es negro, sino que éste encierra muchos más matices de lo que podría uno sospechar. Me interesaba como los servicios de inteligencia han trascendido el entorno meramente militar y ofensivo, para ser una imprescindible herramienta para obtener información y analizarla, con el fin de poder tomar las decisiones correctas, y más en un mundo tan complejo e interconectado como el que vivimos. Tienen por tanto una tarea ofensiva, pero también de defensa y proyección de escenarios. Más allá de que puedan haber sido utilizados como herramientas de control y represión, son su correcto o incorrecto funcionamiento, los que determinan el éxito o fracaso de determinadas estrategias, no solo militares sino sobre todo geopolíticas. 

Como decían en el seminario mencionado:
“Nuestros éxitos se miden en discreción. Nuestros fracasos en imagen pública”

…todo lo contrario que en política.

En aquél seminario tuve la oportunidad de conocer al escritor J.J. Benítez que buscaba la realidad oculta de los servicios de inteligencia que le pudiera llevar a justificar algunas de sus hipótesis o realidades paralelas. También tuve la oportunidad de conversar largamente con un antiguo Coronel y miembro histórico del CESID luego convertido en CNI al que llamaré Andrés.

Andrés era un hombre delgado, más bien bajito, que pasaría desapercibido en cualquier consulta del seguro. Pero sus penetrantes ojos miraban a izquierda y derecha con viveza pero también con ensayada pasividad. Andrés hablaba cuatro idiomas: español, inglés, francés y árabe… y este último sin acento. Me contó, y allí estaba su director para atestiguarlo, que la Muhabarat (servicio secreto Jordano) no solo colaboraba abiertamente con la inteligencia Israelí sino que era el puente entre ésta y los Iraníes. ¿Los Iraníes? Pregunté. La mirada cándida e hirientemente lánguida de Andrés encerraba un:

“corazón ¿de verdad crees que el mundo es como te lo cuentan?”
Andrés solo me dijo:

“¿recuerdas aquello de que -el enemigo de enemigo es mi amigo-? Pues eso. Las alianzas en su mayoría suelen ser UTES temporales alrededor del rechazo a un enemigo común. Pero como en toda trama hay subtramas, y el rechazo mutuo queda aparcado para momentos posteriores”
Recuerdo también vagamente la conversación que mantuvimos en una de las jornadas, pero las conclusiones que saqué fueron las siguientes:

 “Vamos a una época en la que cual la información nos invadirá. En la que tendremos más fuentes abiertas y más posibilidad de obtener conocimiento que nunca. Pero también vamos a una época de inmediatez, de una creciente necesidad de soluciones aquí y ahora. Donde precisamente esa cantidad de información abrumará a las personas, dejando el análisis y las conclusiones a terceros. Donde las personas buscarán satisfacer las necesidad aquí y ahora. Debido a esa necesidad del mercado, los gobiernos estarán sujetos a políticas cortoplacistas, que den respuesta a las necesidades no reflexionadas, carentes de estrategia. Será el terreno perfecto de pequeños políticos de partido, listillos del regate corto y el movimiento táctico, frente a la estrategia que precisa de una profundidad intelectual de la que carecen. Sujetos a deudas de la estructura, pactos de café y churros, y restringidos por la cronología de las legislaturas. Será la muerte del estadista frente al político. El estratega dispuesto al sacrificio personal por el bien común frente al ruin y pequeño comerciante de ideas, prisionero de deudas y pequeños pactos mediante los que conseguir y mantenerse en el poder”

Recientemente en una actividad en el Parlamento Europeo, el Diputado “Honorabile” SalvatoreTatarella comentó que:

“la ausencia de estrategias lleva a políticas controladas por grupos de intereses”
…lo que trajo de vuelta a mi memoria esta conversación que apunté en los cursos con el entonces CESID.

Hoy oigo comentarios sobre salir de la crisis… y me pregunto hacia donde. Escucho hablar de las “políticas sociales” …que pagaremos con qué. Veo titulares que hablan de nuevos actores en la política, pero ni comentan el escenario ni cuanto durará la obra. Leo de partidos que pontifican sobre transparencia y libertad de voto, y luego impugnan una votación que parecía limpia. Veo políticos que han de dimitir, acosados por una maquinaria burocrática y un monstruo alimentado de favores y prebendas que se resiste a cambiar. Veo que la demagogia cortoplacista vence a la estrategia que satisface a los menos, pero posibilita un futuro mejor de todos… tal vez sea que, como dijo Andrés, “para nosotros los mediterráneos, y más los españoles, el futuro es ahora”.


Andrés, cojones, no sé donde puse tu teléfono.

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