Símbolos (Fields of Athenry)

Siempre dudé, hasta hace unos años, de la importancia de los símbolos. Estos suelen tener muy diversas formas aunque, como símbolos que son, suelen sintetizar determinados valores, sentimientos y elementos comunes, haciendo tangible una idea. 

Nunca pensé que fueran esenciales y era de los que pensaba que las banderas dividían y que ¡ni falta que hacía que la Marcha de Granaderos, que es el himno de España, tuviera letra! Pensaba que al final himnos, símbolos y banderas, eran algo excesivamente simple y un mero capote para que los toros embistieran. A lo largo del tiempo me di cuenta de mi error.
Hace años llegué al Reino Unido en mitad de una de las mayores recesiones que este país había sufrido en su historia y a un distrito llamado el "BlackCountry", lugar de origen de la Revolución Industrial del XIX, conocido así porque el cielo estaba cubierto por nubes de hollín, producidas por fábricas e industrias mineras, que apenas dejaban ver el sol. Entonces era una de las zonas más afectadas por el desmantelamiento de la industria pesada y con un 48% de desempleo, lo que además dio lugar a un aumento de la inseguridad ciudadana.
Vivíamos en una residencia de estudiantes en lo alto de unos edificios de viviendas sociales, por lo que las relaciones vecinales no estaban presididas por la cordialidad. Allí compartía piso con un inglés y un irlandés con los que trabé una gran amistad, una de las cuales dura hasta hoy. El caso es que cerca de allí encontramos un bar llamado “The Pie Factory”, una antigua fabrica de pasteles de carne y hojaldrados muy típicos del país. Era un bar con solera, mesas de madera sujetas al suelo y largas bancadas, que cuando se llenaba, obligaba a estar sentado pegados unos contra otros, hombro con hombro. Esto era habitual sobre todo los días en los que se programaban grupos de música folk e irlandesa, razón por la que era un lugar de reunión de muchos de ellos. Desde días antes escuchabamos una canción llamada “Fields of Athenry” no porque fuéramos a ir allí, sino porque Alex, mi compañero irlandés, la solía poner con regularidad. No sabía entonces que era una canción de fuerte carga emocional, política y reivindicativa, símbolo de la resistencia irlandesa. Solo sabía que hablaba de estar lejos de tu casa, de pasar hambre, de tener que sobreponerse a las dificultades, de la soledad en los campos de Athenry donde una vez fuimos felices... y por todo ello me sentía identificado. Para unos, era símbolo de una lucha, para mí, de un mundo de miseria que me rodeaba, para todos la esperanza de un mañana mejor. En definitiva un símbolo.
Llegados a este punto un inciso para decir que, en contra de lo que se dice, entre los dos conflictos (irlandés y vasco) cualquier parecido es pura coincidencia.
Una tarde de viernes Alex dijo de ir a "Pie Factory" a ver uno de estos grupos, de modo que hicimos un fondo común y para allá que fuimos a cenar uno de esos pasteles legendarios. Llegamos y ya había media entrada, conseguimos mesa en una esquina y al poco de estar allí, llegó el grupo del que, desgraciadamente, no recuerdo el nombre. Empezaron a tocar clásicos irlandeses y otros de grupos legendarios como The Pogues o Chieftains. A eso de las 22:00h horas el bar estaba hasta los topes, con multitud de personas sentadas, yo tenía a un lado a uno de mis amigos y al otro, literalmente hombro con hombro, un irlandés desconocido y tres veces mi tamaño. Casi todos para entonces acompañábamos las canciones y ya se daban los primeras muestras espontáneas de gritos y exaltación de la amistad. A esa hora el grupo empezó a tocar “Fields of Athenry” y una gran ola de aprobación recorrió el bar.
Todo el mundo empezó a cantar, incluido yo con el pobre inglés que entonces tenía y llegó el segundo estribillo:
“By a lonely harbour wall, she watched the last star falling,
As that prison ship sailed out against the sky,
For she lived in hope and prayed for her love in Botany Bay,
It's so lonely 'round the fields of Athenry”
Ese fue el momento en el que se me saltaron las lágrimas y comprobé estupefacto como todo el bar cantaba y lloraba, en el aire los puños cerrados y las pintas de cerveza que salpicaban alrededor, sumidos en una comunión donde se mezclaba la melancolía, la frustración pero también el sentimiento de saberse en un momento especial y donde el miedo se escondía, pues este siempre huye de aquellos que creen en algo y en sí mismos… aunque fuera por un instante.
Ahí me di cuenta de la importancia de los símbolos y de que nos hacen ser parte de un grupo, de una comunidad como ellos dicen y entonces éramos una, que cantaba y lloraba. Allí mi amigo Paddy, hasta entonces el desconocido tres veces más grande que yo, me dijo con cariño, un brazo sobre mi hombro y un profundo acento irlandés:
“You´r one hell of short Spanish mothar fucker”
Durante la Eurocopa de este año y cuando Irlanda ya perdía frente a España, volví a escuchar cómo miles de Irlandeses la cantaban como una sola voz, pues “la derrota nunca es el final”.
Hace unos días me volví a cruzar en Internet con la canción. Por la calle, y camino de la oficina, me la puse en los auriculares, empezaron a sonar las notas y, sin poder evitarlo, rompí a llorar como hacía tiempo. Me fui por una calle lateral para ocultar mi llanto y me dí cuenta que ya era un símbolo para mí, y parte de mi experiencia vital. ¡Quiero volver a ver brillar la luz del sol en los campos de Athenry!

Sed felices.


Comentarios

Cynthia ha dicho que…
Es precioso y muy humano. Yo estoy muy convencida de la importancia de los símbolos y gestos en la vida, como el de mostrar la auténtica sensibilidad en un escrito. Qué valiente. Bravo.
Antonio Rentero ha dicho que…
Yo soy de los que lloran en el momento en que "La Marsellesa" suena en "Casablanca", así que qué me vas a contar de identificarse con símbolos que a primera vista podrían parecernos ajenos.
Dany Campos ha dicho que…
Me sumo al carro de los llorones, mismamente con 'Tunel of love', de Dire Straits, o 'Chan chan', de Compay Segundo, un himno de mi tiempo en Cuba, que habla de lugares y de amores y en el que te podías refugiar del discurso castrista, de la igonominia, del reacionamiento y de la madre que los parió a todos.

De Alto Cedro voy para Macané
Luego a Cueto voy para Mayarí

El cariño que te tengo
Yo no lo puedo negar
Se me sale la babita
Yo no lo puedo evitar

Cuando Juanica y Chan Chan
En el mar cernían arena
Como sacudía el 'jibe'
A Chan Chan le daba pena

Limpia el camino de pajas
Que yo me quiero sentar
En aquel tronco que veo
Y así no puedo llegar

De Alto Cedro voy para Macané
Luego a Cueto voy para Mayarí
Dany Campos ha dicho que…
Racionamiento, I mean :-)
José Egea ha dicho que…
Muchas gracias Cynthia, todo un honor. Alguien me preguntó estos días si era un recurso narrativo, y es tan cierto como que me hube de refugiar en la calle de la Aurora porque era un espectáculo.

Como dicen Antonio y Dany la música aviva nuestras emociones, y somos humanos porque las tenemos y nos sentimos conmovidos por cosas incluso siendo intangibles. Esta todo en nuestra cabeza y bien maravillosa que es.

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